No dejes que el sol sea tu enemigo

Llega el 15 de Julio y empiezan las vacaciones para muchas personas. Algunas llegarán a sus destinos de playa o montaña con un ligero bronceado, otras dedicarán gran parte de su tiempo de ocio a conseguirlo. En algunas ocasiones, para ello ponemos en riesgo nuestra salud y la de nuestra piel. Es indispensable preparar la piel antes, durante y después de tomar el sol para lucir un bronceado perfecto. Las cremas hidratantes y protectoras y algunos alimentos frescos de la temporada de verano y nos ayudan a conseguirlo.

La causa por la cual nuestra piel se oscurece cuando nos exponemos al sol es su reacción para protegerse de los rayos ultravioletas que recibimos del astro rey. La piel genera más cantidad de un pigmento llamado melanina situado en la epidermis, que producen unas células denominadas melanocitos. El tono de bronceado es diferente en cada persona y depende de la cantidad de estos pigmentos de los que cada uno disponga, aunque también podemos incentivar que nuestro cuerpo los produzca. Las claves para conseguirlo son la alimentación, la hidratación y la protección. Incorporar a nuestra rutina del verano algunos hábitos antes, durante y después de tomar el sol, nos aseguraremos de conseguir un atractivo y duradero bronceado además de ser más felices.

Antes: Incluye en tu dieta alimentos que contengan betacaronteno. Un pigmento que además de ayudarnos a broncearnos más rápido, protege nuestra piel. Los encontramos en frutas como la papaya, las cerezas, el mango, los nísperos, las naranjas y el melocotón. O bien en verduras como los tomates, la calabaza, y la zanahoria. También puedes usar complementos vitamínicos con vitamina E, C, antioxidantes o betacaroeteno que te ayudarán a preparar la piel, protegerla y prologar el bronceado. Prepara tu piel antes de su exposición al sol exfoliándola e hidratándola.

Durante: Los rayos UV del sol ayudan a regular los niveles de colesterol, bajan la presión sanguínea, mejoran la calidad del sueño y reducen la depresión. Sin embargo, al broncearnos también recibimos los efectos dañinos de los rayos ultravioletas. Existen dos tipos: los rayos UVA que aunque son alergénicos, son los responsables de envejecer nuestra piel y los rayos UVB que son los causantes de las temidas quemaduras. Para evitarlas deberemos proteger nuestra piel con productos específicos y exponernos al sol de forma responsable.

Ten especial cuidado si en tu familia sois de piel clara o si no estáis acostumbrados a tomar el sol. Los niños son especialmente sensibles a los rayos ultravioletas. Se recomienda no exponer a los mismos a niños menores de 6 meses y hacerlo de forma muy moderada si son menores de tres años. Es importante el uso de cremas con un factor de protección 50 como mínimo además de ponerles gafas de sol y gorras.

Evita el sol en las horas punta (de 12 a 16 horas) y protégete bien con una crema con factor de protección solar adaptada a tu tono y tipo piel. No escatimes a la hora de aplicar la crema tanto en cantidad como en frecuencia. Busca cremas resistentes al agua. Hay que tener en cuenta que ninguna crema tiene la capacidad de protegernos al 100%.
Aplícala media hora antes de tomar el sol y repite esta operación cada hora o cada vez que te bañes independientemente de que la crema sea resistente al agua. Evita largas exposiciones al sol. Es mejor hacerlo de forma gradual pero constante. Bebe agua contantemente para hidratar tu cuerpo desde dentro.
Recuerda también proteger el cabello con protectores específicos y hacer uso de las gafas de sol para proteger los ojos. No está de más el uso de un buen protector labial ya que es una zona muy sensible. Sigue con la dieta rica en betacaroteno. Te ayudará a reforzar la piel y prolongar el bronceado.

Después: Tras una exposición al sol es indispensable hidratarse bien todo el cuerpo con un buen after sun y beber mucha agua para reponer los líquidos perdidos. Sigue con la dieta rica en betacaroteno. Hidrata tu piel constantemente sobre todo después de ducharte.

Además el sol nos ayuda también a generar vitamina D en nuestro organismo tan necesaria para nuestros huesos. Con una exposición diaria de unos 10- 15 minutos sólo en los brazos, sería más que suficiente para satisfacer las necesidades de vitamina D de nuestro cuerpo. Pero como no todo el año es verano y a veces no es viable tomar el solecito, podemos encontrar esta vitamina de forma natural en productos animales como la leche, los huevos, el queso o los pescados grasos como el atún, el salmón, las sardinas, la caballa, etc. Ya sean frescos o enlatados.

El sol, con moderación y prudencia, es nuestro amigo. Ayuda a que aumente nuestro nivel de linfocitos encargados de defendernos frente a las infecciones y también aumenta los niveles de testosterona mejorando así nuestra vida sexual. Así que tomar el sol no sólo nos proporciona un aspecto saludable y sexy sino que además es beneficioso para nuestra salud y sobre todo para nuestro estado anímico.

¡Felices y bronceadas vacaciones!

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