Las zanahorias fueron púrpura antes de ser naranja

Niños y adultos disfrutamos haciendo muñecos de nieve en invierno. Ahora, con las temperaturas por encima de los 30 grados todos los días, sería un divertimento además muy refrescante. Mientras soñamos con que vuelva a nevar, la imagen de un muñeco de nieve nos hace sonreír. Un tradicional muñeco de nieve debe tener un sombrero y  una bufanda, además de rasgos faciales distintivos, sin los cuales un muñeco de nieve sería dos tristes bolas de nieve apiladas una sobre la otra. El muñeco realmente cobra vida cuando una mazorca de maíz se convierte en su sonrisa, dos trozos de carbón en sus ojos y una gorda zanahoria anaranjada hace de nariz.

Los niños asiáticos del siglo XVII, debían hacer sus muñecos de nieve con narices de color púrpura porque entonces aún las zanahorias no eran de color naranja, ¿os los imagináis? La zanahoria oriental con antocianinas tiene las capas exteriores de color rojo-morado a morado-negro y su núcleo es de un tono amarillento. Los primeros niños que probablemente hicieron sus muñecos de nieve con narices naranjas fueron los holandeses. La familiar zanahoria naranja, la que tod@s conocemos, se desarrolló en Holanda en el siglo XVII, y es el resultado de cruzar las zanahorias amarillas que se cultivaban en Europa, zanahorias blancas que se han cultivado desde la época clásica y algunas poblaciones de zanahorias silvestres.

Hoy en día, que las distancias apenas existen y tenemos la posibilidad de disfrutar de productos que vienen de lejos y que se cultivan incluso en otras temporadas, encontraríamos también zanahorias rojas como tomates, ya que comparten el mismo carotenoide con ellos. Rápidamente se nos ocurre que sería la que elegiríamos para hacer un muñeco de nieve constipado. ;)

Si se nos acatarra el muñeco de nieve, lo que mejor le sentaría sería un buen caldo de verduras caliente. En el siglo XVII no pondrían zanahorias en el caldo porque lo único que comían de ellas eran las hojas y sus semillas aromáticas, pero nosotros no dudaríamos en poner las zanahorias en el caldo. Si las elegimos de color morado, la sopa se teñirá de ese color, cosa que no ocurrirá con las zanahorias naranjas ya que sus pigmentos sólo se disuelven en grasa y no en agua.

Aunque mucho se ha escrito sobre el excelente perfil nutricional de la zanahoria, rico en vitaminas y minerales y sus beneficios para la vista y para lucir un bonito bronceado, quizás es menos habitual reparar en la fragancia que desprende. Si hemos tenido la suerte de oler sus hojas naturales, no podremos negar que su olor es característico y la lógica de la naturaleza nos hace pensar que ese olor tiene que venir desde las raíces. La zanahoria es una raíz, por tanto tiene que conservar algo de esos aromas. Su aroma característico es una combinación de notas de pino, madera, aceite, cítricos y trementina, y si las cocemos, se añadirán a la combinación un toque a violetas. Todo ello será más intenso en las variedades blancas. Visto así, nuestro muñeco de nieve va a parecer más uno de esos galanes de anuncio a quien ninguna “muñeca de nieve” podrá resistirse.

Como podemos imaginarnos, el sol es enemigo del muñeco de nieve, y de la misma forma lo es de la zanahoria. Sus rayos y su calor, además de cualquier agresión física, provocarán que la zanahoria genere alcohol: eso es síntoma de que la zanahoria está en mal estado.  Lo bueno es que podremos detectarlo porque la zanahoria olerá a disolvente y sabrá amargo… ¡nuestro galán ya no será tan atractivo!.

Pero aún no está todo perdido. Pelando la fina capa exterior, eliminaremos el sabor amargo y ese feo color pardo que le da un aspecto envejecido. De nuevo volverá a ser una zanahoria dulce. Y si quieres intensificar su dulzura, cocínala. Además, un truco: Si quieres que las zanahorias queden firmes después de cocerse, cuécelas en dos pasos. Primero cuécelas a 55º-60º durante 20-30 minutos. Así consigues que desarrollen su firmeza resistente a una posterior cocción más prolongada.

Sea blanca, naranja, roja o morada, nos quedamos con la zanahoria para ser el sabor de nuestros caldo en invierno y la potenciadora del bronceado en verano. Y sobre todo,… para ser la nariz de todos los muñecos de nieve de los niños en todo el mundo.

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