Vidas aceleradas, ¿sabemos esperar?

Se dice que la paciencia es la madre de la ciencia pero también hay que decir que es la clave para tomarnos la vida de una forma más optimista, tranquila, armónica y para conseguir también ser más felices.

Dado el acelerado ritmo de vida de hoy y gracias a la tecnología, nos hemos acostumbrado a obtener lo que queremos al momento. A un solo clic y sin esperas. A cualquier hora podemos comprar, contactar con un amigo, informarnos, etc. La vida sucede al instante por eso, cuando por cualquier circunstancia nos toca esperar,  a veces nos impacientamos y buscamos rellenar esos espacios de tiempo que nos parecen sobrantes jugando con el móvil, chateando, hablando por teléfono,…

Durante las vacaciones bajamos nuestro ritmo habitual. Y a veces este cambio de ritmo nos puede provocar un poquitín de estrés aunque aparentemente las actividades que realicemos sean en un principio relajantes. Es natural. Es simplemente que no estamos acostumbrados a llevar un ritmo más lento. Tenemos más tiempo libre, pasamos más tiempo en familia, con los niños y a veces nos hemos de armar de paciencia para sobrellevar esos momentos.

Si aprendemos a llevar un ritmo más pausado durante todo el año, viviremos más tranquilos y felices.  La cultura del Slowdown nos enseña a bajar nuestro acelerado ritmo de vida y a disfrutar del tiempo, de la vida en sí misma y del camino que vamos recorriendo.  También aprenderemos a disfrutar de la espera, veremos con claridad, objetividad y perspectiva nuestras situaciones diarias y por consiguiente tomaremos mejores decisiones. Quizás con la reflexión lleguemos a la conclusión de que nuestra forma de alimentarnos también puede ser lenta, slowfood… y darnos el placer de disfrutar de lo lento en la mesa y redescubrir la riqueza y los aromas de la cocina local.

Una buena forma para desarrollar nuestra paciencia es buscarnos un hobbie. Además de distraernos y divertirnos, aprenderemos y eso activará nuestra mente. Hay infinidad de hobbies que podemos compartir con la familia, la pareja y los niños como los puzles, la marquetería, la pesca, las casitas de muñecas, los coleccionables, todo tipo de manualidades, el modelismo, el punto de cruz, el huerto, las plantas, el patchwork e incluso la cocina. Y el más divertido de todos que no es un hobbie sino un juego: el escondite. Un juego que volverá a rememora nuestra niñez, nos lo pasaremos bomba en compañía de los niños y nos ayudará a ser más pacientes ya que quien permanezca más tiempo esperando en su escondite sin ser descubierto ganará.

Si  bajamos nuestro ritmo, apreciaremos las cosas pequeñas y a la vez las grandezas que la vida nos ofrece y que muchas veces nos pasan desapercibidas. Tan sencillo como disfrutar de una conversación en compañía de un buen amigo,  ver amanecer, dar un largo paseo al atardecer por la orilla del mar, contemplar las estrellas, comer un helado en compañía de los tuyos, hacer un picnic en el campo, contemplar la luna, escuchar la noche, la naturaleza, leer un buen libro, ver una buena película, disfrutar del silencio, escuchar tu música favorita, reír,…  en fin, disfrutar de los regalos de la vida.

 

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