De una naranja y una mandarina nació la clementina

Naranjas y mandarinas aparecen en invierno en las fruterías poniendo color y son unas de nuestras mejores aliadas contra los resfriados de los días de frío. Muchas veces, encontramos mandarinas y clementinas, una al lado de la otra y en la mayoría de los casos no nos pararemos a pensar si son unas u otras, pensando que son iguales. Realmente no es así. En realidad, la mandarina es parte del origen de la clementina.

A finales del siglo XIX, un religioso, el hermano Clemente, trabajaba en una granja agrícola para huérfanos en Argelia. Era un apasionado de las plantas. En 1900, tuvo la idea de recoger un poco de polen de las flores de un toronjo, el árbol que produce las naranjas amargas. Con ese polen fecundó las flores de otro árbol, el mandarino. Estas flores dieron frutos de los que el padre Clemente recuperó las semillas. Las plantó y esperó pacientemente. Crecieron unos árboles de una especie totalmente nueva, y dos años más tarde, dieron sus primeros frutos, unos frutos totalmente nuevos: poco ácidos, sin semillas y con una piel muy fina. Lo mejor no fue el descubrimiento en si, sino que los niños del orfanato se volvieron locos con ellas.

Desde entonces, se vienen cultivando en la zona del Mediterráneo, y en 1929 se les dio el nombre de “Clementinas”, derivado del nombre de su creador.

Estas transformaciones de los frutos, como consecuencia de los cruces entre variedades naturales, no debemos confundirlas con los productos genéticamente modificados. De hecho, en 1902 aún no existían este tipo de productos, que requieren de avances tecnológicos que entonces no estaban disponibles.

Cada ser vivo tiene un código genético que es como su carnet de identidad. Hoy en día, los científicos consiguen leer esos códigos y pueden modificarlos en los laboratorios para, entre otros fines, crear plantas nuevas. Los resultantes de esos procesos, sí que son organismos genéticamente modificados (OGM). La creación del hermano Clemente a principios del siglo pasado no es un OGM sino un híbrido, es decir un cruce natural entre especies.

Las distintas variedades de clementinas que se han ido desarrollando desde entonces, tienen, como la mayoría de los cítricos, son frutos muy valorados por su valor nutricional y también por su aroma. Para hacer las compras en el supermercado pensando en una dieta saludable, una buena guía es elegir los alimentos en base a su valor nutricional: valor alimenticio en una escala de 1 a 100. En general, las frutas y verduras obtienen la mejor puntuación ya que alimentan pero bajas en calorías. En concreto, entre los que llevan el número 100 (alimentos perfectos juzgados por su beneficio para la salud) encontramos el brocoli, los arándanos, las naranjas y las habas verdes.

Por eso, las clementinas son un postre y una merienda ideal, especialmente para los más pequeños de la casa, que además encontrarán en su forma y color una diversión.

3 Responses to “De una naranja y una mandarina nació la clementina” Comentarios

Deja un comentario



De conformidad con el Reglamento Europeo 2016/679 General de Protección de Datos, así como en cualquier ley nacional que resulte de aplicación, te informamos que los datos personales que nos facilitas serán tratados por CONDIS SUPERMERCATS, S.A., como responsable del tratamiento, con la finalidad principal de gestionar los comentarios que publiques en nuestro blog Condislife. Comunicarte que, no se cederán datos a terceros salvo que exista una obligación legal.
Puedes ejercer los derechos de acceso, rectificación, supresión, oposición, limitación del tratamiento y portabilidad de tus datos. Consulta cómo ejercer tus derechos así como cualquier otra información adicional al respecto en nuestra Política de Privacidad.