Es tiempo de bacalao, potajes y torrijas
La arraigada tradición de no comer carne los viernes de Cuaresma, ni tampoco el Jueves ni Viernes Santo, hace que durante este periodo se dispare el consumo de pescado. Especialmente de bacalao. Junto a él, el plato más popular de esta época es el potaje, un puchero de origen muy antiguo con espinacas, garbanzos, huevos duros y bacalao. Te explicamos el origen de estas tradiciones culinarias y algunas de las recetas más típicas.
Cuaresma, cuarenta días sin carne
En la cultura católica, antes de llegar la Semana Santa se celebra la Cuaresma, un período de cuarenta días que se inicia el Miércoles de Ceniza. Durante este tiempo, según la tradición, los creyentes deben reflexionar sobre su espiritualidad y alejarse de lo material y de lo carnal. Por tanto, deberían abstenerse de comer carne roja. Esto último tiene su origen en la creencia cristiana de que la carne representa el cuerpo de Jesucristo crucificado. Además, antiguamente, la carne se consideraba una riqueza y, por tanto, era inadecuado su consumo durante el periodo de austeridad de la Cuaresma.
Hoy en día, no se es tan estricto con estos preceptos de la religión. Pero la tradición sigue influyendo a la gastronomía.
Bacalao como sustituto
El pescado, debido a la abstinencia de carne, se convierte en el protagonista durante estas fechas. El bacalao, concretamente, es el que más se ha visto ligado a esta tradición. ¿Por qué?
El origen se remonta a la Edad Media, cuando la Iglesia impuso la abstinencia de carne en España, un período en el que resultaba muy complicado conseguir pescado fresco, especialmente en las regiones del interior. El bacalao, debido a su buen aguante a los procesos de conservación natural como el secado y la salazón, se convirtió en el plato estrella de la época y ha llegado a nuestros días en forma de las recetas más típicas de Semana Santa, como los buñuelos, la tortilla o las albóndigas de bacalao…
Potajes de vigilia
Debido a la prohibición, el ingenio popular tuvo que sacarse de la manga platos nutritivos y contundentes con los que sustituir la energía que aportaba la carne. Así nació el conocido como “potaje de vigilia”, un guiso originado en el Medievo que se prepara a base de garbanzos, bacalao, espinacas y huevo duro.
Este plato era muy común, sobre todo en los viernes de Cuaresma. En nuestros días, tenemos más opciones de potajes, ya que adquirir pescado fresco no es un problema. Pero si queréis seguir la tradición, el de bacalao es el que toca ahora.
Dulces de Semana Santa
No podemos olvidarnos de la cantidad de dulces típicos de esta época que son tradición en todo el territorio, originada como pequeño “premio” a todas las personas que eran fieles al estricto ayuno de Cuaresma de los miércoles y de los viernes. El resto de días, los más fieles a los dictados de la religión se concedían estos momentos dulces que han llegado a nuestros días y siguen protagonizando la Semana Santa.
Los más típicos son los buñuelos de viento o de Cuaresma, endulzados con azúcar y de un tamaño suficiente para comer de un bocado. También pueden estar rellenos de crema, nata o chocolate.
Otro postre imprescindible son las torrijas, que nacieron con la intención de aprovechar el pan duro, que se remoja en leche, se fríe y se pasa por azúcar con canela.
Como veis, nuestra gastronomía de Cuaresma y Semana Santa está llena de historia. La historia queda lejos, pero las recetas permanecen, para disfrute de grandes y pequeños.
¡Que lo comáis bien!