El frío contra el calor: Conservación de los alimentos
El calendario y el termómetro lo dicen: ¡estamos en pleno verano! , una época complicada en lo que a conservación de alimentos se refiere. Con tanto calor, si dejamos la comida más de lo previsto fuera de la nevera o si tardamos unos minutos más en llegar a casa con la compra, empezamos a sentir el miedo a que se estropee.
Nuestra primera recomendación es bien sencilla: lleva siempre tu bolsa isotérmica a la compra, tanto si tienes previsto comprar productos congelados como si no. También puede serte útil especialmente en esta época para conservar la cadena de frío en los productos refrigerados hasta llegar a tu nevera.
La segunda es especial para esta época de escapadas: Para ahorrar o para poder improvisar una comida al aire libre, es habitual que ahora más que nunca salgamos con la comida preparada de casa. Para reducir el riesgo de intoxicaciones, si no tenemos bien organizado el transporte con neveras conservadoras herméticas, conviene evitar los alimentos preparados con huevo, salsas o cremas, así como los lácteos frescos, como el yogur. Las frutas apetecen un montón pero como el calor acelera el proceso de contaminación de los alimentos frescos quizás sea una buena idea, en estas ocasiones, recurrir a los zumos envasados. Para no llevarte sorpresas cuando llegue el momento de montar el picnic, envasa los alimentos separados y evita que el sol les dé directamente.
La tercera recomendación es más sencilla aún: Conserva los productos frescos en un lugar frío, seco y oscuro. La nevera es siempre el mejor sitio para guardarlos y recurre a la congelación para conservarlos más tiempo. La congelación está universalmente reconocida como uno de los sistemas de conservación de alimentos más eficaces, con la que se consigue mantener todo el valor nutritivo de los productos.
Hoy en día, los alimentos que encontramos en las tiendas no se congelan sino que se ultracongelan. Al igual que un día hablábamos de la pasteurización, la ultracongelación es un proceso similar que en lugar de someter a calor, somete a frío a los alimentos: consiste en conseguir que el corazón de los alimentos alcance los -18ºC en un máximo de dos o tres horas. La ultracongelación permite que los productos conserven su estructura al ser descongelados. Así, podemos ultracongelar casi todo, incluidos los productos que tienen alto componente líquido y que habitualmente asociamos a que se cristalizan y después se “descomponen” al descongelar.
Una vez congelados los productos debe mantenerse su temperatura de -20ºC a – 18ºC hasta el momento de su consumo, esto es desde el almacén del productor, en el transporte hasta las tiendas en cortas y largas distancias, en los almacenes de los comercios y también en el congelador de casa. Este camino es el que se conoce como la cadena de frío, que no debemos romper para no despertar a los microbios.
Antes de que una hortaliza vaya a estropearse, ten en cuenta si puedes congelarla para comerla después en buen estado. Hay algunas hortalizas como las judías verdes, acelgas y cebolla que no se deterioran una vez congeladas. Eso sí, deberás lavarlas y cortarlas antes de congelarlas. La congelación de determinadas verduras requiere un escaldado previo que elimina las sustancias que pueden afectar negativamente a las verduras durante la congelación. Notarás que su textura y color cambian, pero no así su sabor y sus nutrientes. Debemos esperar a que los platos se enfríen a temperatura ambiente antes de ponerlos en el frigorífico para que no rompan la cadena de frío de los otros productos que ya están fríos.
Encontraréis aquí otros consejos para mantener en buen estado los alimentos, aparte de usar el frío como conservante. El envasado hermético o el uso de aditivos alimenticios son los dos complementos que cierran el círculo de la seguridad en los productos congelados. No es cuestión de ir corriendo del supermercado a casa con los congelados, recuerda nuestra primera recomendación: cuenta con las bolsas isotérmicas.