El Chocolate, ¿ya conoces el secreto de la felicidad?
Chocolate, ¿a quién no le gusta? A la taza, con leche, blanco, con avellanas, con trocitos de naranja, con arroz inflado…. Cada año nos gastamos en todo el mundo 8.800 millones de Euros en comprar chocolate y quizás sea el secreto del característico “humor británico”, porque los británicos son los europeos que consumen más chocolate.
El chocolate nos hace estar de buen humor. Algunos lo califican como “la fuente de la felicidad”, y eso sería suficiente para entregarnos ciegamente al placer del chocolate. Pero no es sólo placer lo que esconde este “oro marrón”: el chocolate tiene múltiples beneficios para el organismo siempre que lo tomemos, como cualquier alimento, sin abusar; entre otros:
- Da fuerza.
- Previene el envejecimiento.
- No produce acné en absoluto, es uno de tantos mitos sin fundamento.
- Posee un bajo contenido en grasa.
- Ayuda a combatir la depresión, la hipertensión, los tumores e incluso el estrés del síndrome premenstrual.
Ahora bien, no debemos olvidar que es un estimulante, como pude serlo el café, de manera que los niños, por ejemplo, deben tomarlo con moderación. A ellos suele gustarle más el chocolate con leche, que tiene dobles valores nutricionales. Los que fuimos niños ayer, los niños de hoy y, seguro que los niños de las próximas generaciones, elijen las meriendas con chocolate como sus preferidas. Los pequeños deben agradecer a Henri Nestlé, fabricante de alimentos para bebés que producía leche evaporada, y a Daniel Peter, fabricante de chocolate que en 1875, se unieran para inventar el chocolate con leche, para convertir las meriendas en uno de los momentos más dulces y deseados por todos. Hasta entonces sólo había barras de chocolate semiamargo.
Hay en torno al chocolate mitos y leyendas, aventuras e historias fantásticas, incluso, durante algún tiempo, se utilizó como moneda de curso legal. La historia del chocolate comienza en los valles fluviales de la Sudamérica ecuatorial. Los primeros europeos que vieron la semilla del cacao fueron los tripulantes del cuarto viaje de Colón, allá por 1502, ellos trajeron las primeras semillas a España. Fue en nuestro país donde se pusieron en marcha, hacia 1580, las primeras fábricas europeas donde se hacía la pasta de chocolate. A mediados del siguiente siglo, Italia, Francia e Inglaterra ya contaban el chocolate entre sus más preciadas “tentaciones”.
No sería hasta dos siglos más tarde, en 1847, cuando la inglesa Fry and Sons (que, tras una agitada historia se convirtió en el actual gigante del chocolate Cadbury) presentó al mundo el primer chocolate para comer, es decir, las primeras “tabletas” de chocolate. Hasta entonces el chocolate era una bebida, puesto que los fabricantes pensaban que su textura sólida resultaba terrosa y muy áspera, poco adecuada para comer.
El chocolate es hoy un postre, un desayuno, una merienda, un relleno, una bebida, una comida… Eso sí, continúa siendo una tentación dulce y exquisita. Y por mucho que se hable de la “adicción al chocolate”, eminentes estudios y sólidas pruebas experimentales han demostrado que el chocolate no contiene sustancias capaces de provocar una verdadera adicción. Lo que realmente cautiva y atrae con tanta fuerza es la propia experiencia sensorial de comer chocolate, nada más y nada menos.
Por todas sus propiedades, porque está buenísimo y porque comprando un chocolate de buena calidad también ayudamos a que miles de campesinos de los trópicos vivan dignamente. A mayor calidad del grano de cacao (caco fino de aroma), más caro lo podrán vender y mejor vivirán.