Pasión por las setas: cómo y dónde ir a por ellas
Con la nueva estación llega uno de los alimentos más especiales del año: las setas. No solo por la gran cantidad de variedades y por sus virtudes gastronómicas, sino por el ritual que supone ir a recogerlas. Sigue nuestros consejos y lánzate a la búsqueda.
Este otoño 2017 parece que será bueno para las setas, ya que el verano se ha despedido con aguaceros y bajadas de temperaturas. Estas condiciones propician una mayor humedad en las zonas naturales. Y es que ir a buscar setas significa ir al bosque, ya que éstas crecen fundamentalmente en áreas de encinares, hayedos y pinares. El momento ideal para salir a por ellas es a las tres semanas de haber llovido.
Quizás necesites un permiso
La pasión por ir a buscar setas ha dado lugar al llamado turismo micológico, que requiere de un control, ya que a veces implica acceder a zonas naturales protegidas. Por eso, infórmate antes de lanzarte a la aventura. Es posible que necesites un carnet de buscador o algún tipo de permiso por días o por temporada. En algunos casos, también se regula por zonas el peso máximo de setas que se puede recoger por persona. Puedes solicitar información en tu ayuntamiento o comunidad autónoma.
Equipo necesario y cómo cogerlas
Además de ropa y calzado apropiado para la montaña, solo necesitas una navaja setera y una cesta de mimbre. Existen navajas especialmente diseñadas para adaptarse a la forma de las setas y facilitar su corte. E incluso pueden incorporar un cepillo para ayudarte a limpiar cada pieza.
En el momento de recoger las setas, evitaremos remover la tierra a su alrededor. Si las cortamos con navaja, lo haremos por la base, procurando no llevarnos tierra ni los micelios (el equivalente a las raíces). Después, límpialas lo mejor posible quitándoles tierra y otras impurezas, y mételas en la cesta, jamás en bolsa de plástico. Al ponerlas en la cesta, las setas transpiran y sueltan esporas que se expanden por el bosque, y así ayudamos a su reproducción.
Recoge solo las que conozcas
Si no eres un gran experto, y no te acompaña ninguno, recoge solo las setas que reconozcas. Ten en cuenta que existen unas 600.000 especies en todo el mundo, pero solo se conocen 600 que sean comestibles. El resto, son más o menos tóxicas, y en algunos casos, muy peligrosas. Mortales son pocas, pero haberlas, hay las. La más peligrosa es la Amanita phalloides, conocida como El hongo de la muerte, ya que puede ser fulminante tras la ingesta de un solo ejemplar. ¡Cuidado!
¿Dónde hay que ir?
En Catalunya, las especies comestibles más habituales que se pueden encontrar son el níscalo o robellón, la negrilla (fredolic), el rebozuelo (rossinyol) y las trompetas de la muerte. Los bosques del Pirineo son ricos en setas en general. Además, existen tres paraísos micológicos especialmente interesantes: los hayedos del Parque Natural del Montseny; el Pla de Puigventós, en el Berguedà, y el paraje natural de interés nacional de Poblet (Tarragona), donde hay que pagar una tasa para poder recoger.
En la comunidad de Madrid, se puede ir de setas cerca de la capital, por las praderas y bosques del Valle de Lozoya donde, además de níscalos, también se encuentra la apreciada seta de calabaza o boletus (ceps). En general, toda la Sierra norte de Madrid es una gran despensa micológica y desde muchos de sus pueblos se puede hacer excursiones cortas a la caza de buenas setas.
LA SETA MÁS PRECIADA: LA TRUFA
Tanto la trufa negra como la blanca son setas, solo que subterráneas. Crecen bajo el suelo en lugar de salir a la superficie. Se encuentran en los bosques, a los pies de castaños, nogales, encimas y robles del sur de Europa: Italia, Francia y España. ¡Son únicas por su sabor y por el precio que pueden llegar al alcanzar! La trufa blanca del Piamonte italiano es la más cara del mundo, y su precio oscila entre los 2.500 y 5.000 € / kg.
Mmmmm me lo apunto!
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