Lavar el pollo o los huevos bajo el grifo tiene riesgo
Muchas veces, un exceso de celo en la limpieza puede ser contraproducente. Lo es, y de forma grave, si lavas el pollo crudo debajo del grifo de la cocina. Y lo mismo sucede con los huevos. Lejos de aumentar la higiene, este hábito tan generalizado facilita que determinadas bacterias se extiendan, aumentando el riesgo de intoxicación alimentaria y de contaminación cruzada.
El agua salpica, y contamina…
Al lavar el pollo bajo el agua, las gotas salpican en tu encimera, quizás en tu tabla de cortar, en algún cuchillo… e incluso en tus propias manos, o en el paño de cocina, etc… Si esto sucede, es muy fácil que las bacterias se extiendan.
Porque, aunque no lo parezca, la carne cruda del pollo contiene agentes bacterianos, algunos incluso resistentes a antibióticos, que pueden provocar problemas serios de salud. Por ejemplo, la bacteria Campylobacter. En este informe de la OCU, la organización de consumidores asegura que en una muestra de 42 pechugas de pollo, se encontraron bacterias patógenas.
Cómo evitar problemas con el pollo
La buena noticia es que se pueden combatir desterrando esta mala costumbre de lavar el pollo con agua del grifo, y cocinando bien su carne, sin dejar trozos crudos o a medio hacer.
Cuidado con los huevos
En el caso de los huevos, tampoco hay que ponerlos nunca bajo el agua: ni recién comprados cuando los metes en la nevera, ni en el momento de usarlos para cocinar. Aunque tengan restos de paja o incluso de heces, no debes pasarlos por el grifo. Según una publicación de la OCU , “los huevos cuentan con una capa de cutícula fina que los hace impermeables. Con el agua, podemos eliminar esta protección y hacer que los gérmenes se cuelen a través de su porosa cáscara”. Y es que, tal y como insiste la OCU, “una bacteria sobre la cáscara del huevo no entraña ningún peligro, pero si esos gérmenes entran dentro, se reproducirán y serán toda una amenaza”.
Por esa misma razón, procura al abrir los huevos que la cáscara no manche el interior, y no uses las cáscaras para separar las yemas de las claras. Si lo has hecho otras veces, has tenido suerte, pero estás arriesgándote a un traspaso de bacterias.
Higiene de la tabla de cortar
Además de erradicar esta manía tan arraigada de enjuagar bajo el grifo estos dos alimentos, mantén tu cocina siempre bien limpia. Y especialmente la tabla de cortar los alimentos. Límpiala bien después de cada uso, con agua y jabón, y sécala con papel de cocina limpio. También puedes desinfectarla con vinagre o pasándole medio limón. Sin olvidarte de secarla después. Es muy importante el secado, ya que la humedad favorece el cultivo de bacterias.
Y lo suyo sería que usaras una tabla distinta para cada tipo de alimento. Sigue estos consejos, y mantendrás tus tablas a buen recaudo de visitantes no deseados.
