¡Bajemos esos kilos navideños comiendo felices y en compañía!
Es posible que las comilonas de estas fiestas nos hayan traído algunos kilos de más. Los consejos de los expertos para recuperar nuestro peso anterior son bien conocidos: mantener una vida activa que incluya ejercicio, dormir bien y cambiar algunos hábitos alimenticios como por ejemplo disminuir los fritos, los embutidos, el azúcar y el alcohol.
Estas normas parecen aplicar a los habitantes de todo el planeta… ¡excepto a los irreductibles galos! ¿Cómo se explica que nuestros vecinos se encuentren entre los países de Europa con menos problemas de obesidad y sobrepeso y con menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, justo cuando su alimentación parece no seguir las recomendaciones de los dietistas, especialmente cuanto a la ingesta de grasas se refiere?
Es lo que se conoce como la paradoja francesa, que tradicionalmente se había asociado al consumo de vino en las comidas, pero que recientemente se ha relacionado también con otras características de su potente cultura gastronómica, que marcó el tono internacional durante muchos años, con la llamada Nouvelle Cuisine, antes de que llegase Ferran Adrià.
Pero no se trata tan solo de la alta gastronomía, también en casa los franceses tienen una serie de actitudes frente a la comida que no son las que tradicionalmente asociamos con hacer dieta. Por ejemplo, para ellos lo fundamental del acto de comer es el placer y disfrutar del sabor, no cuentan calorías y no piensan en términos de nutrientes o energía como harían los estadounidenses.
También le dan gran importancia al hecho de compartir la comida, acostumbran a hacerlo en compañía y dentro de horarios bien marcados: desayuno, comida y cena. Haciéndolo así consiguen no comer cualquier cosa: se toman su tiempo y disfrutan más; estos son dos potentes aliados contra el odioso michelín.
Finalmente, cabe destacar lo variada que suele ser una comida en Francia, con diversos platos no excesivamente abundantes que incluyen siempre alguna verdura como guarnición y una pequeña ensalada.
Se trata en definitiva de cambiar el punto de vista al enfrentarse a la dieta, tradicionalmente se ha optado por la prohibición, pero está claro que no ha dado muy buenos resultados. Así que, por qué no darnos un capricho en el almuerzo o en la merienda: podemos sustituir los snacks y la bollería industrial por un puñado de aceitunas o una ración de 30 gramos de frutos secos e incluso una onza de chocolate negro o una loncha de nuestro queso preferido con unos biscotes; podemos comer de todo un poco.
Son ideas que nos ayudarán a recuperar la forma y bajar esos kilos, pero que sobre todo nos servirán para recuperar el placer de comer sano.
