El Caganer. Símbolo de Prosperidad.

Algunos ya hemos vestido los pesebres con el musgo y la nieve y hemos colocado las figuritas esenciales para tener nuestro Belén completo: María y San José con el niño Jesús en la cuna, la mula y el buey, el ángel y la estrella en lo alto del establo o la cueva, los pastorcillos con sus ovejitas, los soldados y Herodes, los Reyes Magos que cada día se van acercando para llevar sus regalos al niño, los accesorios de cada personaje y, en muchos casos, el Caganer.

El “caganer” es una figura característica y muy tradicional en los pesebres catalanes y valencianos, que sirve para atraer la suerte del nuevo año, y con la que cada año los maestros artesanos juegan a ser creativos para darle un aspecto más original y más moderno. Sin embargo, son muchos los que optan por la tradicional figurita del clásico pagès, con faja y barretina, sentado haciendo sus necesidades y con un animalito cerca curioseando y olisqueando, ambos escondidos tras un arbusto o debajo de un puente para que, desde el lugar donde está el Nacimiento, no sean vistos. A su vez, es un motivo de entretenimiento para los niños que cuando llegan a casa preguntan con entusiasmo dónde está y lo buscan por todo el Pesebre hasta encontrarlo.

Condis caganer

Esta figura que muestra al individuo en cuestión en el medio rural al que pertenece y que representa su condición humana de manera cruda e irónica, quedó aceptada por la Iglesia en los pesebres.

Según Joan Amades, “el caganer que con su deposición está abonando la tierra del pesebre y haciéndola fecunda para el año siguiente, también trae con él la salud y la tranquilidad de cuerpo y alma que son necesarias para hacer el belén, con el gozo y la alegría que comporta la Navidad cerca de la chimenea. Colocar esta figurilla en el belén trae suerte y alegría y no hacerlo comportaba desventura”. La tradición del “caganer” no era de exclusiva aparición en belenes sino que también aparecía en otras formas de la imaginería popular. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, época de predominio de los gremios, los representaron en los llamados “azulejos de oficios”. Pero no sólo en lo visual se encontraba el “caganer”, también en los romances del siglo XIX se hablaba de él y su acción fisiológica. Se dice que su aparición en los belenes no ocurrió hasta la época barroca, a finales del siglo XVIII, ya que dicho movimiento se basaba en el realismo extremado de las naturalezas muertas y de las escenas cotidianas que describían la vida de los habitantes del pueblo, por lo que esas escenas fueron tenidas en cuenta y dignificadas en la temática artística.

Así es que, si queremos prosperidad para el nuevo año, no olvidemos colocarlo en nuestro Belén.

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