Una profesión con tacto: ser fruter@.

Una cosa es poner los 5 sentidos en lo que hacemos. Otra es usarlos para desempeñar un trabajo. Entre frutas y verduras trabaja cada día una persona que usa todos sus sentidos para hacer su trabajo. Muy probablemente, la encontremos la mayor parte de su tiempo con una sonrisa en los labios. Será quizás porque el aroma a fresas da fortaleza emocional, el de cerezas energía, el de manzana sirve para despejar las ideas y el de naranja produce bienestar.  Estando tan cerca de los dones que nos ofrece la naturaleza,  es de esperar que los profesionales fruteros estén siempre de buen humor.

Un experto dirá que para saber elegir y poder degustar la fruta o verdura más adecuada solamente hay que tener un poco de tacto, buena vista, un olfato de lince y a veces incluso el oído bien afinado. Ni más ni menos. En el comercio moderno, el cliente ejerce de “frutero amateur” cuando se enfrenta a la elección de su propia fruta.

Haríamos una elección rápida y segura mordiendo la fruta y dejando que la elección la haga nuestro paladar pero, aunque el frutero sea nuestro amigo, es muy probable que no nos permita saborear la pieza antes de elegirla definitivamente. ¿Quién no ha querido probar las fresas antes de comprarlas para comprobar su sabor dulce? Si lo hiciéramos, descubriríamos fácilmente si éstas están poco maduras, si podemos usarlas para tomarlas como un postre sencillísimo de hacer, con nata, zumo de naranja o solas; o si por el contrario están un poco blandas y lo que podemos hacer con ellas es una rica mermelada con azúcar y zumo de un limón. Lo bueno de no poder probar la fruta antes de comprar es que debemos iniciar un viaje por la sección más colorista del supermercado a través de los sentidos.

Desde los mostradores de fruta, su color y forma son los atributos que primero atraen nuestra mirada, entonces empieza el escaneo sobre todo el montón hasta que, de forma inconsciente, una pieza nos engancha. Es curioso que en algunos casos, la belleza tiene formas imprevistas: el tomate que nos entra por los ojos no tiene porqué ser el más redondo sino el que por sus sinuosas curvas nos cautiva. Es curioso descubrir que en Francia y Holanda hasta el siglo XVIII no comían esta hortaliza ya que preferían usarla para decorar sus casas y jardines por sus vivos y coloridos tonos rojos, verdes y anaranjados.

Después, como si en la yema de los dedos tuviéramos la prolongación de nuestros ojos, solemos echar mano sobre ella: el tacto nos dice si el color está en sintonía con su textura y madurez. Solo hay que ver a un frutero elegir  un buen melón para saber que, para acertar en la elección lo mejor es tocarlo. Aprendemos desde sus dedos que tenemos que notar la rugosidad de su piel gruesa y sin cortes o golpes y a partir de ahí, sólo hay que dejar que las palmas de la mano lo acaricie con suaves movimientos. Si queremos encontrar un melón en su punto, tenemos que comprobar que no esté blando, excepto en los extremos donde debe ser un poco más flexible al tacto. Si por el contrario queremos un melón más jugoso, será el más blando el que debamos escoger pues estará más maduro. Ante dos melones similares y con el mismo tamaño el que más pese será el preferido.

Una vez en la mano, desearíamos que nuestras papilas gustativas nos siguieran dando información pero, la pieza aún no es nuestra, por lo que sustituimos el gusto por el olfato, y le preguntamos a nuestra nariz si la pieza está en su punto. El sentido del olfato se pone en funcionamiento al 100% especialmente con los cítricos. Las mandarinas, de tan conocida fragancia, nos envuelven con su penetrante aroma al comerlas y nos ayuda a relajarnos y facilitarnos el sueño. Si las incluimos en la merienda de los pequeños y dejamos que ellos mismos las pelen, sus deditos quedarán impregnados de su perfume durante un buen rato, con lo que podemos conseguir un doble objetivo: que se alimenten de forma sana y que se sientan más calmados después de un largo día de clase y tareas.

Vista, olfato y tacto, sustituyen al gusto en la mayoría de las elecciones. E incluso el oído nos ayuda decidir en algún caso, y si no, pensemos en un coco. Zarandearlo y oír el agua que hay en su interior nos indica que el coco es fresco.

De forma inconsciente hacemos la compra de la fruta todos los días en el supermercado, rodeados de perfumes variados, texturas distintas, colores brillantes y tamaños dispares. El comercio moderno nos brinda la oportunidad de vivir por nosotros mismos la experiencia de una profesión con larga tradición.

2 Responses to “Una profesión con tacto: ser fruter@.” Comentarios

  • camilo

    encantado de haber servido a esta empresa, que verdaderamente, se portaron conmigo estupendo. doy gracias a todo el equipo profesional que esta haciendo hueco en esta dificil, situacion de crisis.

    pero es en precio, calidad y servicio de los mejores supermercados de madrid

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