Alimenta tus neuronas

Este mes de octubre, el día 3, se celebró el 30 aniversario de la serie “Érase una vez… la vida”. Según sus creadores, está dirigida a niños de entre 10 y 12 años, pero muchas madres, padres, abuelos y abuelas se quedan enganchados a la pantalla con sus hij@s y niet@s, atraídos por la sorprendente y amena forma que tiene de explicar cómo funciona el cuerpo humano. Es la prueba definitiva de que muy probablemente seguirá celebrando aniversarios, aunque las nuevas generaciones ya no la vean en televisión, ni en vídeo ni en… ¡a saber qué tecnologías del futuro usarán los niños que aún no han nacido!

Con el Maestro de “Erase una Vez… La Vida”, ese hombre de barba blanca que traía locas a las neuronas y a los glóbulos blancos y rojos para ayudar a los personajes del episodio a pensar con rapidez para chutar un balón o incluso a estornudar, aprendimos como funcionan los principales órganos y procesos del cuerpo humano. Nos abría los ojos capítulo tras capítulo explicándonos los entresijos de la anatomía humana como si en nuestro interior tuviéramos pequeñas personitas trabajando para que nuestro cuerpo funcionase como un reloj Suizo.

Si nos paramos a pensar que esto pudiera ser realmente así, no sería tan descabellado pensar en alimentarnos mucho mejor para que estos pequeños seres estuvieran sanos y cumplieran con sus funciones sin enfermar y, por lo tanto, nosotros tampoco.

Igual que conocemos ejercicios para ejercitar el cerebro, hay muchos alimentos que nos ayudan a mantenerlo sano y que además puedes encontrar fácilmente porque ahora están de temporada.

Aprendemos mejor cuando estamos relajados. Por ello, conviene no olvidar en los menús diarios las carnes, como la de ternera y pato, y los huevos ya que de ellos obtenemos vitamina B12, calcio, hierro para reforzar la memoria y el aprendizaje, y Vitamina A que nos ayuda a la creación de neurotransmisores, como la Dopamina, que nos ayudan a sentir bienestar y relax. Una combinación que nos lleva a sentirnos más cómodos para poder estar más concentrados.

Podemos ayudar al cerebro a regenerarse y conectar mejor con el motor principal que es el corazón. El pescado, como la sardina, el atún blanco o el salmón, es uno de los alimentos que más ayuda a mantener el cerebro a punto ya que nos ayuda a la fabricación de nuevas neuronas con su Vitamina B12; a aliviar nuestra mente, músculos y nervios con el magnesio que contiene y con el calcio que obtenemos de él se liberan neurotransmisores que hacen que los impulsos eléctricos entre corazón y cerebro sean fluidos. También contiene grandes dosis de Omega 3 que además de ser beneficioso para prevenir cardiopatías, obesidad y cáncer ayuda a mejorar el rendimiento en periodos escolares o de altas cargas de trabajo y a reducir los síntomas de depresión.

Es fácil recordar que podemos mantener nuestro cerebro “fresco como una lechuga” con frutas y verduras. Especialmente los cítricos, y verduras como las judías, el nabo, la remolacha o las de hoja verde, como las espinacas, proporcionan vitaminas y nutrientes que nos pueden ayudar a fortalecer el cerebro. La Vitamina E hace que el órgano principal que dirige nuestro cuerpo no se oxide cuando consumimos energía. El yodo de algunas de estas verduras hace que nuestra tiroides produzca las proteínas necesarias para nuestro organismo y regule bien nuestro metabolismo. Además contienen calcio, fibra y ácido fólico, que nos protege de estar bajos de ánimos y nos ayuda a sentirnos mejor durante periodos largos de tiempo y de forma sostenida. Recurrir puntualmente a algunos  alimentos que creemos que nos hacen sentir bien, como el chocolate o las comidas rápidas, porque nos proporciona placer momentáneo, es a veces necesario pero no suficiente para que el cerebro funcione de forma rápida y certera.

Volviendo a la idea de que pequeños seres organizados como una maquinaria de reloj perfecta recorren nuestro cuerpo haciéndolo funcionar, solo nos queda ponernos manos a la obra y alimentarlos de forma sana. Además de médicos y nutricionistas, también algunos psiquiatras  lo recomiendan, como  Drew Ramsey, Psiquiatra de la Universidad de Columbia, que nos da un consejo fácil de recordar: si quieres ser feliz, has de empezar por tu tenedor”.

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