¿Por qué se regalan Huevos en Pascua?
Hemos dejado atrás la Cuaresma y nos metemos de lleno en la Semana Santa, deseando llegar a la Pascua para dejar atrás los supuestos sacrificios en la comida y podernos entregar a los placeres a partir del Lunes de Pascua. En las calles coinciden las procesiones, sentidas y acompañadas de cantos de lamento, con los escaparates de las pastelerías que, con la mayor exuberancia compiten para exhibir las esculturas de chocolate más espectaculares, obras de sus maestros chocolateros.
Saben los aficionados a la cocina, especialmente los que se atreven con los postres, que el chocolate es más que un ingrediente, es un reto en sí mismo, por lo difícil que es manejarlo y conseguir buenos resultados. Por ello, estas fiestas de Semana Santa, una ruta de pastelería en pastelería, mirando sus escaparates, es casi como una visita a una galería de arte, un museo o una exposición de esculturas. Es el arte del chocolate a través del cristal.
Antes de que las Monas de Pascua se convirtieran en un coche de fórmula 1, un campo de futbol, un barco pirata, una granja con pollitos, patos, conejos y gallinas,… de chocolate, tenían forma de corona o rosco hecho de pan con huevos cocidos. Tiene sentido que así fuera si nos trasladamos mentalmente a los tiempos de Roma, ya que el pan era un alimento al alcance de todos y los huevos son un símbolo que todos podemos asociar al nacimiento, la vida (la resurrección). Con el tiempo, los huevos cocidos se pintaron de colores y los adornos refuerzan el sentimiento de alegría que significa esta fiesta. Todo tiene sentido, incluso que el chocolate se haya convertido con el tiempo en el protagonista de este “pastel”, obviando en algunos casos incluso el bizcocho, evolución del original rosco de pan. Poco a poco, los huevos de gallina se han ido sustituyendo por huevos de chocolate.
Con variantes particulares en diferentes provincias, la Mona de Pascua nos dice que la Cuaresma han llegado a su fin. La tradición dice que su nombre proviene de la munna que en árabe significa “provisión de la boca”, regalo que los moriscos hacían a sus señores.
Dependiendo de dónde estemos, Valencia, Catalunya, Menorca,… la Mona que espera paciente a ser disfrutada hasta el final de la comida familiar es distinta. En Catalunya, suele ser un bizcocho, generalmente recubierto de chocolate o de crema pastelera, sobre el que se colocan huevos de chocolate, las gallinas, conejitos, casitas o figuritas de los personajes de moda adornada con plumas de colores. La tradicional valenciana puede tener forma de corona o de punto y mantiene los huevos cocidos sobre una base de bizcocho y se rellena de crema y de chocolate o mermelada, se cubre de crema catalana quemada en la superficie horizontal y de almendras en los lados. Los adornos de plumas de colores, pollitos y grageas de chocolate cubiertas de glas de colores son al gusto de cada uno. En Menorca suelen estar, además, cubiertas de merengue.
Si el domingo de Ramos dice la tradición que la madrina debe regalar la palma a sus ahijados, ahora es el padrino quien debe regalar la mona a sus ahijados el Domingo de Pascua. Y volvemos a tener una fiesta alrededor de la mesa. Para llegar al postre y comer La Mona, antes nos daremos el gusto de comer en familia o con amigos, pero desde los aperitivos, la Mona es la gran protagonista, ¿quién no está pensando en el atracón de chocolate que se avecina y… deja de comer una oliva en el aperitivo o no repite de chuletas? Grandes o pequeños, todos estamos pensando en la Mona del Lunes de Pascua desde hace ya algunos días… aunque estuviéramos inmersos en la austeridad de la Cuaresma.
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