Verduras de invierno

La naturaleza, que siempre se ha dicho que es sabia, suele ofrecernos en cada estación del año, los alimentos que aportan los nutrientes más favorables para afrontar los meses en que se recolectan. Así en los meses de invierno, disponemos de alimentos calóricos como legumbres, patatas, boniatos para afrontar el mayor gasto energético a que sometemos nuestro organismo para combatir el frío. Durante el invierno tenemos también gran variedad de frutas y verduras que, aunque la mayoría son muy poco calóricas, aportan vitaminas y minerales al organismo, fortaleciendo el sistema inmunitario y preparándonos para afrontar mejor resfriados y gripes.

La mayoría de verduras de invierno se caracterizan porque su parte comestible son hojas, bulbos o raíces: acelgas, alcachofas, espinacas, puerros, col, coliflor, brócoli, ajos, calçots, cebollas, rábanos etc. Y en cambio las de verano suelen ser frutos.

Las hojas de las verduras de invierno que mayor cantidad de vitaminas contienen son las más externas de la planta, dónde ha tocado más la luz solar. A pesar de que la gente prefiera –por su aspecto- el consumo de las hojas internas, más blancas.

Para los platos de verduras de invierno y los caldos que tan bien sientan con estas temperaturas gélidas, hemos seleccionado tres: las acelgas, las alcachofas y distintas variedades de coles. ¿Sabrías elegir las mejores? Te damos unas pistas.

Podemos encontrar acelgas todo el año, pero su mejor época es en otoño e invierno. Reconocerás que estén muy frescas por sus hojas muy verdes, brillantes, tersas, sin picaduras ni manchas y las pencas muy tiesas.

Las acelgas son originarias de los países Europeos de la Costa Mediterránea y del norte de África. Se sabe que ya se consumía en el siglo I d.C. y las cultivaron griegos, romanos, y los árabes desarrollaron su cultivo y descubrieron sus propiedades medicinales. La alcachofa, sin embargo, tiene orígenes árabes. Viene de la costa mediterránea, probablemente de Sicilia o de Egipto o de las Islas Canarias.

Las alcachofas hay que plantarlas en abril o mayo, con el calorcito, para que sean abundantes en invierno. La primera cosecha de temporada es hacia el mes de octubre. De manera que la mejor temporada es durante el otoño (hasta las primeras heladas de diciembre), y en primavera, (que es cuando finaliza la cosecha de alcachofas en las regiones mediterráneas).

Para saber escogerlas, hay que elegirlas cerradas y con las hojas muy apiñadas. Las encontrarás de dos tipos según su color y forma: las verdes o las violetas y las ovaladas o las esféricas. Todas ellas son buenas.

Por su origen, dos de las más conocidas son nacionales: la Blanca de Tudela y la blanca de los Pirineos, a parte de la Camus de Bretaña y la Espinosa Sardo en Génova (Italia). Quizás menos conocidas pero también muy ricas y apreciadas son las alcachofas de Castellón (Benicarló), las de la Vega Baja del Segura (Alicante), las de la huerta de Murcia y el Campo de Cartagena, y la alcachofa de El Prat (en Cataluña).

Y llegamos a la verdura estrella en los caldos de invierno: las coles. Las coles tienen su mejor temporada entre los meses de septiembre y enero, aunque las encontramos durante todo el año en las tiendas. Existen muchas especies de este género, pero de la misma familia tenemos a las Coles de Bruselas, el Brécol, el Repollo y Coliflor. Necesitan de climas templados. Todas ellas contienen Azufre, que es un potente antioxidante. O sea que además de hacer buenos caldos, son parte de un menú “antienvejecimiento”.

Las coles son originarias de Europa. Los celtas, griegos y romanos ya las consumían y estos últimos, la utilizaban para los problemas intestinales, pulmonares y para incrementar la leche en las madres que estaban amamantando. Y los americanos hoy en día cultivan coles gracias a que los descubridores la llevaron a América, entre su selección de verduras y legumbres para plantar.

A pesar de que los avances tecnológicos y de comunicaciones, permiten actualmente conseguir con facilidad frutas y verduras originarias de cualquier parte del mundo y cultivadas durante cualquier época, con garantía de calidad y manteniendo de sus propiedades nutritivas, nosotros somos partidarios de consumir en cada estación las frutas, verduras y productos en general, de temporada, favoreciendo el consumo de proximidad. Esto hace que los productos sean más frescos y conserven siempre la mejor calidad organoléptica. Además, el ahorro en transporte repercute en su precio, de manera que son más baratos para el consumidor. Medioambientalmente también tiene ventajas, puesto que no se altera el ciclo natural de producción de los vegetales.

Una vez en la tienda, las verduras, como todos los productos frescos, requieren un especial cuidado, para el que la tecnología, junto con el saber hacer de los profesionales, también es hoy en día imprescindible.

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